jueves, 4 de noviembre de 2010

Santa Cruz

4 de noviembre. Como se pasan los días. Y todos estos días he tenido el maldito problema del tiempo que me queda para escribir. Maldito sueño, malditas siestas, estúpido tiempo que no me alcanza. Además, no quiero que pase tan rápido. ¿Puedo quedarme con 18 un tiempito más?

Mañana me voy a Santa Cruz, y lo único que quiero es estar allá. Es que no sé, no es porque acá este mal o algo por el estilo, pero lo que pasa es que no hay nada como mi ciudad y estar en ella con mis amigos, sobre todo si ahora puedo llevarme mi mejor parte de Santiago para allá y unirlo con mi Santa Cruz. Que rico es que tus amigos te apañen a todas. 

Simplemente estar en Santa Cruz, me hace feliz.
Si alguien que me lea no conoce Santa Cruz, creo que se ha perdido de mucho. Quizás no le encuentre mucho brillo si va por el día, solo, sin la compañía necesaria para sacarle jugo, porque de verdad, con los precisos, Santa Cruz se ve de otra manera, especial. Es el mejor lugar donde puedes estar en cualquier momento del día. Imagínate: mañana, con o sin caña, despertando en vez de con el ruido de autos, con el canto de pájaros; tarde, tirado a la sombra en el pasto de la hermosa plaza de Santa Cruz, con una rica conversación, y quizás con un helado artesanal de la Panificadora; tarde-noche, con tus amigos o en tu casa, planeando la estrategia de la noche; y por último, una noche de carrete inolvidable, por pequeño que sea, ya que todos tienen algo especial, ese algo que solo tiene Santa Cruz y su gente. No sé, simplemente lo amo.

El que sabe sabe ¿o no?

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