miércoles, 18 de agosto de 2010

Como que si... pero no

No me entiendo a veces.

Algunos días mi ánimo no sirve para nada, con suerte me hace caminar; pero en otros, sin explicación alguna, soy capaz de levantar a un muerto. 

Ayer, por ejemplo, comencé el día sin ánimos. Caminaba por inercia al lado de la Fran que, en vano, trataba de resumirme brevemente el texto que debería haber leído ayer: "¡Estas tres palabras salen en toooooodo el texto!" reclamaba animadamente a mi lado, mientras yo pescaba de vez en cuando una que otra palabra para hacer una pregunta obvia o, con algo de suerte, una más difícil.
Al llegar al metro, descubrimos que nuestra línea (la cinco) tenía problemas y con ese inconveniente llegaríamos irremediablemente tarde, así que nos resignamos a esperar en el andén mientras más gente llegaba y con una mirada furibunda trataba de divisar el primer vagón del metro, que no tenía intención de aparecer aún.

1 minuto... 3 minutos... 5 minutos... 10 minutos... ¡Por fin llegó! Nos subimos rápidamente de las primeras, quedando sepultadas al fondo por la multitud que venía tras nosotras.

Al rato, después de llevar un par de estaciones arriba de él, vi un rostro que me parecía familiar y al mirar más detenidamente sus facciones, al terminar un gran bostezo, me di cuenta de que sí, era él: Nando. Le avise a la Fran y salimos corriendo, para poder quedar en la misma puerta del vagón que nuestro amigo y así conversar con él.

"San Joaquín" Apenas escuchamos esas palabras volamos desde el andén hasta la facultad de ciencias sociales, y al llegar, nos quedamos con Nando peleando con las máquinas expendedoras de bebidas un rato antes de entrar a clases, mientras que la Fran entraba a dar el control que correspondía a su sección. Conseguí sacar una CocaCola. Entramos, intente poner atención, y con suerte comprendí 1/4 de lo que se dijo en el bloque, tomando en cuenta que en ese cuarto llego lo que más ansiaba escuchar "Bueno niños, hagamos un descanso de 10 minutos y volvemos". Salí casi corriendo con Pedro, a comprar una RedBull. Volví a llegar atrasada y la famosa bebida energética no hizo efecto. Dormí.

Hora de almuerzo. Filas interminables de animados alumnos conversadores tratando de conseguir comprar un buen almuerzo. El local más concurrido de sociales, "La Casita" estaba lleno. "¿Vamos a ingeniería?" me preguntó la Nacha. La idea me encantó, ya que esos almuerzos, además de ser más baratos y convenientes, son mejores. Corrimos las dos donde se encontraban nuestros amigos comiendo, en el pasto. "¡Nos vamos a ingeniería!" exclamamos mientras sacábamos rápidamente nuestras mochilas del círculo y comenzábamos a caminar (casi correr) hacia nuestro destino, pero Pedro nos detuvo, pidiendo que lo esperacemos para ir con nosotras.

Ya en el camino, nos encontramos con mi wachi, Feño, y Anita, que se unieron en nuestro almuerzo. 

"Buffet 3." "¿Digo 3?" "No, buffet 3." "Ahh... 3 entonces." "Pero buffet 3." "Ahhh, ahora si." Emilio no estaba acostumbrado a comprar ahí y al parecer, yo no parecía expresarme bien. Por fin lo compro y nos sentamos.

"¿Y la Nacha?" pregunte entre medio de las risas que contagiaban en la mesa, "No sé, desapareció" respondió Emilio antes de irse a conversar con Claudio que venía en su búsqueda, acompañado del Edu que se quedó con nosotros. La Anita también tuvo que irse así que finalmente quedamos solo 4: la Feño, Edu, Pedro y yo. 

Caminamos sin rumbo hasta que finalmente se nos ocurrió una brillante idea: Renzolandía. Primera vez que iríamos sin una chela en mano, aunque créanme que la idea nos tentó, pero siendo sinceros, nos bastaba con una buena conversación, que incluyó su lado serio y el otro, que no podía faltar, chistoso.

El grupo volvió a segregarse y quede sola con Edu, para irnos a nuestra sección de Antropología. Aunque no lo crean, escribí, puse atención y aporte. Hace tiempo que no hacía eso y lo disfruté. Fue una buena clase. Pero el siguiente módulo, de mi electivo "Introducción a la Narración" no vale ni ser nombrado, exepto el final, dónde me reí con los dibujos desesperados de la Sofi en el borde de mi hoja, contando los minutos que restaban para salir, para no quedarse quieta y dormir como toda la primera mitad de la clase. 10, 9, 8, 7, 6,5,4,3,2,1... Nos fuimos al metro.

"No, juro que no me perderé" dije al despedirme en la estación Parque Bustamante. Con la energía que andaba solo me largue a caminar derecho, como lo hago siempre que ando con la Fran, pero sin percatarme que la salida que tome no era la que debería haber tomado. Después de caminar un buen rato y no encontrar nada conocido lo supe: me había perdido. Me reí por la idea de contarle a Pedro cuando lo viera y comentar esto con mis demás amigos, ya que aunque lleve un buen tiempo en Santiago, mi distracción sigue siendo igual o peor que antes, así que sinceramente, si necesitan una dirección o llegar a algún lugar, no soy la mejor para el trabajo. Camine mucho, pero para mi sorpresa, disfrute todo el recorrido. Quizás me hacia falta una caminata a solas. Al rato, cuando vi que Vicuña M. había cambiado y el transito tenía solo un sentido, me asuste un poco (aunque mi inconsciente sabía que podía encontrar sola el camino a mi departamento) y le hice una pitanza a Ike, esperando que él me salvara, y como nunca me falla, me llamo. "Puta, Cota. ¿En qué calle estai?" "No sé, Vicuña Mackenna con... eee... no sé" "¡Pero puta, Cota! ¿Como no cachai? A ver, camina en sentido contrario al cerro, hacia el sur" "¿Qué cerro? ¿Dónde está el sur?" "Pero puta, Cota! ¿Me estai weando que no sabí donde está el sur?" "¡No sé po! Para, me devolví y ahora estoy en Vicuña Mackenna con Francisco Bilbao" "Ya bacan, quedate ahí, yo voy pa allá". Al rato, llegó con la Gabi, mirándome con una cara que demostraba entre enojo y entretención por mi falla. Con unas rápidas y claras indicaciones de la pareja, camine un buen rato más y llegué sana y salva a mi departamento, feliz por la aventura que había tenido. 

Termine el día con una energía impresionante, si me hubieran ofrecido carretear creo que habría ido corriendo. 

¿Ven? Así es como hasta uno solo de mis días puede ser bipolar, entre ánimo y desánimo, entre felicidad y melancolía, entre que si y no. Pero creo que en este jugo una gran amiga y compañera: una Red Bull.

1 comentario:

  1. es increíble la cantidad de cosas que pasan/sientes en UN solo día D: !

    insisto que hice el papelón de mi vida en antropología, yo también estaba como medio =/ ese día, pero por un aspecto meramente físico :S

    En fin, comentario cero aporte

    te quiero cota, nos vemos mañana si mi gripe me lo permite :) !

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